No existe duda de que la pandemia del coronavirus traerá a todos los países del mundo la mayor recesión de su historia; el impacto será muy fuerte para algunos y devastador para otros.
Ante esta crisis, en todos los países y en el Paraguay, las miradas se han dirigido hacia el Estado pidiendo subsidios y hacia el sector financiero, pidiendo refinanciamiento y nuevos créditos.
Para analizar la complejidad del momento, hay dos criterios que todos tenemos que tener muy claros: primero que el Estado es una entidad que no crea riqueza y que todo lo que haga tiene que ser financiado por nosotros, sus ciudadanos; y, segundo, que la mayor parte de los fondos que manejan las entidades financieras no son de sus accionistas sino de sus ahorristas y por lo tanto, si estas instituciones otorgan malos créditos, el gran perjudicado siempre será el ahorrista.
Ante la catástrofe económica y social producida por el coronavirus y teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, la sociedad paraguaya tiene que definir a qué sectores quiere ayudar, hasta qué monto se puede ayudar y quiénes pagarán la cuenta…porque en economía no hay comida gratis.
Creo que existe un gran consenso en que debe apoyarse a las personas y sectores más vulnerables: en lo social a las personas que se encuentran en situación de pobreza y en lo económico a las mipymes y a las personas que trabajan por cuenta propia.
A los que están en situación de pobreza debe otorgárseles un subsidio directo que les permita cubrir sus necesidades básicas, las deudas de las mipymes y de los cuenta propistas deben ser refinanciadas y el Estado debe incrementar el fondo de garantía para los nuevos créditos.
El costo de estos apoyos puede ser financiado, por ahora, con créditos internacionales, pero los mismos finalmente deberán ser pagados por uno de los grandes afectados por la crisis que es nuestro propio Estado… que saldrá de la misma con menos ingresos, con más deudas y con la obligación de gastar más en salud.
Como el Estado somos nosotros, esta cuenta la tendremos que pagar entre todos, por lo que indefectiblemente en un futuro cercano tendrá que llevarse a cabo una reforma profunda del mismo, que reduzca la corrupción, los privilegios y los gastos que hoy tiene.
Por eso, la troika compuesta por los políticos prebendarios, los funcionarios públicos con beneficios desmedidos y las empresas que proveen al Estado amparadas en la corrupción, deberían ser los primeros en pagar el costo de la crisis que hoy tenemos, eliminando sus privilegios.
En segundo lugar será imprescindible una reforma tributaria que permita mayor recaudación al Estado y mayor equidad de aportes entre todos los contribuyentes. Todos sabemos que los principales sectores de nuestra economía y las personas de rentas altas contribuyen muy poco al fisco y con la reforma tributaria ellos deberán pagar una parte de los costos de la crisis que hoy tenemos.
Una mención especial para las grandes empresas, porque conozco la elaboración de proyectos de leyes para que las mismas también puedan beneficiarse de los mismos subsidios de garantías y de financiamiento que están pensadas para las mipymes.
Este proyecto es imposible de financiar y es éticamente objetable, porque los dueños de estas empresas son por lo general personas acaudaladas que en un momento como éste deberían primero aportar capital o buscar socios que lo hagan, y solo después pedir apoyos que serán pagados por toda la ciudadanía o por miles de ahorristas.
En resumen, si no se mejoran radicalmente los servicios públicos, si no se elimina el despilfarro del Estado, si no se establece un sistema tributario más justo y si los que más pueden no contribuyen más… la explosión social y la anarquía serán el final de esta crisis.
La pandemia del coronavirus empobrecerá al país y a cada uno de nosotros, pero esperemos que este costo lo paguemos entre todos equitativamente y que no aparezcan de nuevo los privilegiados de siempre.