En 1965, durante la guerra entre Estados Unidos y Vietnam, el piloto de la Armada estadounidense James Stockdale recibió un disparo mientras volaba sobre el país enemigo.
El joven no sabía que pasaría siete años como prisionero de guerra de los vietnamitas. Y que un filósofo que había vivido en Grecia en el siglo I d.C. se convertiría en su gran maestro y amigo, ayudándole a soportar sufrimientos inimaginables.
El filósofo se llamaba Epicteto y su filosofía, el estoicismo.
En el libro «Stockdale habla del estoicismo», el piloto cuenta cómo las enseñanzas de esta escuela filosófica lo reconfortaron durante sus largos años de cautiverio.
«Todo lo que sé sobre Epicteto lo he practicado a lo largo de los años», escribió Stockdale.
«Él me enseñó que lo necesario es mantener el control de mi propósito moral. De hecho, (él me enseñó) que soy mi propósito moral».
«Que soy completamente responsable de todo lo que hago y digo. Y que yo decido y controlo mi propia destrucción y mi propia liberación«.
En el siguiente artículo, tres especialistas en esta corriente filosófica que hablaron en el programa Forum del Servicio Mundial de la BBC presentan -en un lenguaje sencillo- algunas de las ideas centrales del pensamiento estoico.
También nos proporcionan una guía práctica para mantener la calma en medio del caos.
Estoicismo: la calma en medio del caos
¿Cómo vivir una buena vida en un mundo impredecible? ¿Cómo hacer lo mejor dentro de nuestras posibilidades mientras aceptamos lo que está fuera de nuestro control?
Estas son las cuestiones centrales del estoicismo, una filosofía creada hace más de 2.000 años en la que cada vez más personas buscan antídotos contra las dificultades de la vida contemporánea.
El estoicismo predicó el valor de la razón, al proponer que las emociones destructivas son el resultado de errores en nuestra manera de ver el mundo y ofreció una guía práctica para permanecer resueltos, fuertes y en control de la situación.
La escuela estoica tuvo una profunda influencia en la civilización grecorromana y, en consecuencia, en el pensamiento occidental en general. Y fue más allá.
Está presente en el cristianismo, el budismo y el pensamiento de varios filósofos modernos, como el alemán Immanuel Kant, además de haber influido en la técnica contemporánea de la psicoterapia llamada terapia cognitivo-conductual.
Tres perlas de sabiduría de Epitecto (elegidas e interpretadas por filósofos entrevistados por la BBC)
1. «Si voy a morir, moriré cuando llegue el momento. Como me parece que aún no es la hora, comeré porque tengo hambre».«Lo que Epitecto está queriendo decir aquí es que lo que tenga que ser será. Pero si no tengo que lidiar con eso ahora, voy a hacer otra cosa», explica Massimo Pigliucci, filósofo italiano y practicante del estoicismo hoy.
2. «No eres lo que pretendes ser, así que reflexiona y decide: ¿esto es para ti? Si no es así, prepárate para decir: para mí eso no tiene importancia».«Deje atrás las cosas que no están bajo su control e intente trabajar duro en lo que usted puede controlar», interpreta Nancy Sherman, filósofa estadounidense que estudia la influencia del pensamiento estoico en la ética militar.
3. «No esperes que el mundo sea como deseas, sino como es realmente. De esa manera tendrás una vida pacífica».«Para quien ve conformismo en estas palabras, un punto importante: no propone que usted sea pasivo en relación a la vida, sino que acepte las cosas que están más allá de su control y que ya sucedieron», dice el filósofo y psicoterapeuta escocés Donald Robertson.
¿Cómo blindarnos contra el infortunio?
El estoicismo fue fundado en el siglo III a.C. por Zeno, un rico comerciante de la ciudad de Citius, en Chipre.
Después de sobrevivir a un naufragio en el que perdió todo lo que tenía, Zeno fue a Atenas. Allí conoció las filosofías de Sócrates, Platón, Aristóteles y sus seguidores.
Los primeros estoicos crearon una filosofía que ofrecía una visión unificada del mundo y el lugar que el hombre ocupaba en él. El pensamiento estaba compuesto por tres partes: ética, lógica y física.
Para los estoicos, el universo estaba gobernado por la razón o logos, un principio divino que dominaba todo. Por lo tanto, estar en armonía con el universo significaba vivir en armonía con Dios.
La filosofía estoica también proponía que los hombres vivieran con virtud, un concepto que para ellos estaba íntimamente asociado con la razón, como explica el filósofo Donald Robertson.
«Si podemos vivir sabiamente, guiados por la razón, floreceremos y desarrollaremos nuestro potencial como seres humanos. Dios nos ha dado esta capacidad, depende de nosotros usarla adecuadamente», parafrasea.
El estoicismo floreció durante dos siglos en la antigua Grecia, y alrededor del 100 a.C. llegó su popularidad a Roma.
Uno de los pensadores más conocidos de la época es Séneca, consejero del infame emperador romano Nerón.
En una carta a su amigo Lucílio, el filósofo habla de uno de los componentes centrales de la virtud: la capacidad de armarnos contra la desgracia.
«La mayoría de los hombres son débiles y fluyen en la miseria entre el miedo a la muerte y las dificultades de la vida, no están dispuestos a vivir y, sin embargo, no saben cómo morir».
«Por esa razón, haz que la vida en general sea placentera para ti, eliminando todas las preocupaciones al respecto».
La idea central de esta carta es que no debemos solo prepararnos para hacer frente a las necesidades de la vida, sino también preparamos para lo peor, explica el italiano Massimo Pigliucci, filósofo contemporáneo y estoico.
¿Cómo lidiar con nuestras emociones?
Los estoicos también tenían una visión particular de las emociones, llamadas pasiones, que se dividían en tres categorías: emociones buenas, malas e indiferentes.
Propusieron que deberíamos centrarnos en las emociones malas o poco saludables, aprendiendo a lidiar con ellas.
Admirado por los filósofos a lo largo de los siglos, el famoso ensayo de Séneca «Sobre la ira» propone maneras de lidiar con este sentimiento.
«Séneca sugiere lo siguiente: tú tienes una visión sobre algo malo que sucedió, pero puedes cambiar de opinión al respecto. (Puedes decirte a ti mismo que) no fue tan malo, fue un accidente, no tuvo esa intención o que no es importante para ti «, explica Nancy Sherman.
En el siguiente extracto de su manual, Epitecto reflexiona sobre el mismo tema: las pasiones y cómo tratarlas:
«Los hombres no son perturbados por las cosas, sino por sus opiniones sobre ellas».
Por lo tanto, cuando estamos avergonzados o perturbados, no lo atribuyamos a otro sino a nosotros mismos. Es decir, según nuestras propias opiniones.
Estas palabras han sido una revelación para muchas personas a lo largo de los siglos y hasta el día de hoy, dice Robertson.
«Está diciendo que son nuestras opiniones sobre las cosas las que determinarán si nos van a molestar o no«.
«Pero en lugar de tratar de suprimir (las emociones), debemos confrontar las creencias que nos llevarán a convertirlas en emociones saludables», explica.
Sobre la tercera categoría, la de las emociones indiferentes, la idea es simplemente ignorarlas.
Establecer prioridades y entender lo que está bajo nuestro control
La búsqueda del autocontrol es fundamental para la filosofía estoica. Pero para esto es importante poder distinguir lo que está bajo nuestro control.
En respuesta a esta pregunta, Epitecto creó dos listas.
«Las cosas que están bajo nuestro control son nuestros juicios, opiniones y valores que decidimos adoptar, y lo que no está bajo nuestro control es todo lo demás, además de todo lo que es externo», explica el filósofo italiano Massimo Pigliucci.
«Puedes influir en tu cuerpo, mantener una dieta saludable, hacer ejercicios, pero al final, tu cuerpo no está bajo tu control, porque puedes contraer un virus o sufrir un accidente y romperte una pierna».
Según Pigliucci, esta distinción permite darse cuenta de que si las únicas cosas que están bajo nuestro control son los juicios, opiniones y valores, es en ellos en los que debemos mantener nuestro enfoque.
Ejercicios de estoicismo para practicar
- Escribe tu propio diario filosófico (como enseñaron Séneca y Epíteto). Antes de ir a la cama, reflexiona sobre las cosas más importantes que te sucedieron ese día, cosas que son importantes en términos de tu ética personal: ¿qué hice mal? ¿Qué hice bien? ¿Y qué me queda por hacer?
- Ejercicios de autoconservación. Toma un baño de agua fría, aunque no todos los días. Los estoicos hacían algunos ejercicios de autoprivación, como tomar baños con agua fría, salir a la calle sin abrigo o ayunar. Según este planteamiento, si te privas temporalmente de esas cosas, las apreciarás mejor. Además, sentirás empatía hacia las personas que no tienen acceso a ellas y recordarás que puedes sobrevivir a esta situación.
Fuente: Massimo Pigliucci, autor del libro «Cómo ser un estoico: usando la filosofía antigua para vivir una vida moderna»
Fríos y conformistas: ¿qué dicen los críticos del estoicismo?
La importancia que los estoicos le dan al uso de la racionalidad en la vida diaria terminó creando una imagen del estoico como una persona fría, desconectada de sus sentimientos.
Para Robertson, esta es una interpretación superficial de este pensamiento.
«En el inglés moderno, el estoico al final se convirtió en sinónimo de una persona reprimida y sin emociones. Pero el estoicismo, la escuela filosófica de la antigüedad, es mucho más sofisticada y tiene una teoría psicológica mucho más compleja».
Lo que se busca, explica el filósofo, no es la ausencia de emociones, sino el control de las mismas.
Los críticos dicen que, al proponer que dejemos de lado y aceptemos todo lo que es externo, que está fuera de nuestro control, esta filosofía genera personas políticamente apáticas y conformistas.
En una columna de la revista británica The New Statesman, el filósofo Jules Evans refuta esta idea.
«El estoicismo crea individuos que no pueden ser intimidados por los poderosos porque no temen abandonar todo o morir», afirma Evans
«De hecho, su filosofía los adiestra para abandonar la vida sin temor ni pesar, para defender sus principios racionales por encima de cualquier amenaza o soborno».