Juan Emilio Ortiz – Columnista
Desde los inicios de la civilización, era indiscutible la importancia del sentido de ubicuidad. Aquél quien tenía esa destreza o don, se caracterizaba por esa particularidad del grupo y prevalecía dentro de un clan y era empleado como ‘baqueano’.
El trabajo del baqueano consistía, principalmente, en dirigir a una persona o grupo hasta un lugar determinado para cumplir con un cometido, sea para bien o para mal. Habitualmente el baqueano de antaño no tenía ambiciones de liderazgo o de poder. Se dedicaba a ser útil para que la gente no se ‘’desatinara’’, perder el tino.
Este mismo escenario lo trasladamos a nuestro tiempo, en nuestra política criolla, y nos encontramos con personajes profesionales en desatinar a cambio de un posicionamiento político y económico escondiendo la brújula social, creando un escenario totalmente desordenado que desorienta y oprime al pueblo en necesidades extremas y condiciones de vidas parias, escenario en dónde el único ganador es él.
Estos baqueanos modernos, irrumpen en la política como trampolín para el enriquecimiento ilícito a costillas del pueblo. Pululan en todos los estrados políticos, llámese Juntas Municipales, Intendencias, Juntas Departamentales, gobernaciones, diputados, senaduría y en la misma presidencia de la República. Las excepciones se buscan y encuentran con lupa.
Los símbolos partidarios dejan de importar cuando la connivencia delictiva entre estos baqueanos instalados en estos ‘poderes’ se acentúa y fortalece a través de las maniobras administrativas, sean éstas las contrataciones amañadas, licitaciones direccionadas, transparentes préstamos para oscuros usos o las conocidas adjudicaciones directas, con el único fin de succionar los recursos del pueblo.
Los viejos baqueanos de la politiquería barata aparecieron en escena. Haciendo uso de sus condiciones de gurús mediocres, ‘succionaleros’ del Partido Colorado, lanzando el ‘firmatón’ para solicitar la reelección de Mario Abdo Benítez.
Una oferta totalmente desatinada en nuestro escenario. Un escenario plagado de necesidades básicas, donde los electores son utilizados como simples números de un vil guarismo para enriquecer más a los ricos y empobrecer más a los pobres. Una bofetada más que atropella la inteligencia del buen paraguayo. ¿Reelegir a un inútil que se ufanó de ser un baqueano para llevar a nuestro país en puertos de desarrollos?, ¿ Reelegir a un inútil que ha perdido el rumbo de la decencia y la dignidad?, ¿Dónde estaban estos ‘succionaleros’ cuando este inútil convalidaba los acuerdos de YACYRETA y se estaba por vender ITAIPU? Dónde estaban cuando fue nombrado un analfabeto funcional como Ministro de Agricultura y Ganadería?
Un sector pide su destitución y ahora estos ‘baqueanos’ seccionaleros proponen su reelección. Una de dos; o están todos locos y somos todos estúpidos o detrás de esta cortina existe otra mano de un poderoso baqueano que ya está pensando allanar el terreno para el 2023.
Si me permiten me quedo con la última opción.
Emilio Ortiz