Tras semanas de huelgas y manifestaciones, el gobierno de Macron y los sindicatos continúan su particular guerra abierta mientras llaman al apoyo de la opinión pública
Tras tres dias de huelgas y manifestaciones de los funcionarios de los transportes y parte del sector público, de seguimiento irregular pero muy perturbador, contra la reforma del sistema nacional de pensiones, el gobierno de Emmanuel Macron y uno de los sindicatos más influyentes se acusan gravemente poniendo a la opinión pública por testigo.
Jean-Baptiste Djebbari, secretario de Estado para los transportes, acusa a la Confédération générale du travail (CGT, sindicato históricamente ligado al PCF), de practicar un sindicalismo de «intimidación», y añade: «Pido a los dirigentes de las empresas públicas que tomen medidas contra las actitudes de intimidación, acoso y agresiones de las que ser víctimas los trabajadores que desean trabajar».
A juicio de Djebbari, los piquetes de la CGT están acosando a muchos conductores de ferrocarril, metro y autobuses, intentando «presionarlos» e «intimidarlos» moral y físicamente. Acoso, real o presumido, con el que la CGT intentaría prolongar y «extender» la crisis.
Philippe Martinez, secretario general de la CGT, responde acusando al gobierno de «organizar el caos en los transportes públicos».
Tras tres semanas de huelgas y manifestaciones de protesta contra la reforma del sistema nacional de pensiones, los sindicatos se han dividido entre partidarios del rechazo total de la reforma y partidarios de negociar puntos concretos. División que «favorece» al gobierno de Macron, sin zanjar la crisis.
Las negociaciones entre el gobierno y los sindicatos que quieren negociar comenzó antes de Navidad y proseguirá a primeros del nuevo año. Ante esa realidad, la CGT y varios sindicatos minoritarios pero muy radicales han decidido prolongar el conflicto «cueste lo que cueste».
Tras tres semanas de huelgas y manifestaciones de protesta de los funcionarios del transporte público (que cobran mejores pensiones con menos años de cotización, jubilándose antes de los 60 años, en muchos casos), la CGT no ha conseguido extender el conflicto. Bien al contrario. Ningún sindicato del sector privado se ha sumado a la crisis. Y los transportes públicos funcional regular, mal o muy mal, según el día y la hora.
Acusándose mútuamente, la CGT y el gobierno ponen a la opinión pública por testigos. Veremos.