Condenada a 8 años y medio de cárcel
La Justicia le dictó el extrañamiento: la enviaron de regreso a Paraguay y le prohibieron volver al país.
“Naty” era, en realidad, Julia Fernández Brizuela, fue condenada por robar bajo la modalidad de «viuda negra». La expulsaron del país.
MARÍA LAURA BALONGA
No se fue, la expulsaron. El 12 de septiembre la obligaron a subirse al vuelo 1262 de Aerolíneas Argentinas que salió de Aeroparque con destino a Asunción del Paraguay. Lo hizo junto a agentes del Servicio Penitenciario Federal. La decisión la tomó la Dirección Nacional de Migraciones tras cancelarle la residencia argentina que tenía desde 1994, y luego de que la Justicia le dictara el “extrañamiento” y le prohibiera regresar. Por eso, no bien aterrizaron en su país, entregaron a la «viuda negra» a las autoridades para que la liberaran.
La protagonista de este «extrañamiento» es Julia Fernández Brizuela, de 56 años, más conocida como “Naty”. Había sido condenada el 11 de febrero de 2016 por seducir a hombres, drogarlos y robarles. Le probaron dos hechos; uno fue a un comisario retirado de la Policía Federal, aunque siempre se sospechó que más víctimas cayeron en sus redes y prefirieron no denunciarla.
El aeroparque Jorge Newbery al que fue acompañada Julia Fernández Brizuela por agentes del servicio penitenciario para regresar a su país natal.
Hace más de dos años, los jueces del Tribunal Oral Criminal N° 25 de la Ciudad de Buenos Aires condenaron a «Naty» a 4 años de prisión, pero como tenía sentencias previas por robo agravado del Tribunal Oral en lo Criminal N° 18, le impusieron una pena unificada de 8 años y medio.
La táctica de Fernández Brizuela era muy sencilla: se aprovechaba de la hombres solos. Llamaba a programas de radio de citas y se inscribía en chats telefónicos para conseguir a sus víctimas.
Una vez que lo lograba, aceptaba compartir una cena, pero siempre y cuando la que cocinara fuera ella. Claro que a la comida la sazonaba con un somnífero. Cuando la droga hacía efecto, entraba en acción la ladrona que llevaba adentro.
Lo que se sabría más tarde fue que Fernández Brizuela no podía sola con el botín que obtenía al saquear las casas de sus víctimas. Uno de sus cómplices era su pareja, Rubén Javier Ortiz, que logró que la Justicia le otorgara la suspensión del juicio a prueba (probation).
Mansilla al 300, Recoleta, donde dio el último golpe la «viuda negra» que fue expulsada del país.
A Brizuela la habían detenido a mediados de 2014 porque usó el celular que le robó a una de sus víctimas desde su casa de Ciudadela, pero actuaba desde hacía un tiempo.
Dos víctimas probadas
Según determinó el fiscal Martín López Perrando, su primer golpe conocido ocurrió el 4 de julio de 2013, cuando sedujo a un comisario retiradode la Federal. El oficial la invitó a su casa de Villa Crespo.
La idea original del ex policía era llevarla a cenar a un restorán, pero ella -que se hacía llamar Natalia- lo convenció de comer en casa. Compraron una botella de vino, queso y dos latas de atún en el súper y, entonces, ella le cocinó arroz con atún.
Lo último que el ex policía dijo recordar fue haber entrado a su cuarto y desvestirse. Cuando volvió a abrir los ojos descubrió que le habían robado hasta las medallas obtenidas por sus años de servicio en la Federal.
Apolinario Figueroa al 400, en Villa Crespo, donde sedujo, durmió y le robó a un comisario retirado de la Federal.
Ocho meses después, los vecinos de Mansilla al 3000, en Recoleta, escucharon gritos y descubrieron que el dueño de un departamento de esa cuadra estaba herido. “Una mujer me robó”, fue lo poco que pudo decirles a los médicos del hospital Fernández donde fue trasladado.
Luego se sabría que la víctima había sorprendido a la mujer -a la que había conocido la noche anterior- cuando desvalijaba su casa junto a un cómplice y que ambos le pegaron hasta desmayarlo antes de huir.
Una de las cosas que le robó la «viuda negra» fue el celular y la Policía comenzó a rastrearlo. Así saltó que se había activado en Ciudadela, más precisamente, en la casa de Julia Brizuela Fernández, de nacionalidad paraguaya, con antecedentes por robos.
Su última víctima la identificó en rueda de reconocimiento. El trámite siguiente fue el ingreso de Fernández Brizuela al penal de Ezeiza, en donde estuvo hasta el 12 de septiembre cuando la “extrañaron”.
Julia Fernández Brizuela actuaba con la complicidad de su pareja.
De vuelta a casa
El trámite para su regreso a Paraguay comenzó el 15 de enero de este año, cuando la Dirección Nacional de Migraciones canceló la residencia de Fernández Brizuela, ordenó su expulsión y prohibió su reingreso al país, según pudo saber Clarín.
Y el 6 de septiembre, el Juzgado Nacional de Ejecución Penal N° 4 de la Capital Federal, a cargo de Marcelo Peluzzi, autorizó el “extrañamiento”.
El juez Peluzzi, en su fallo, dejó claro que si regresa a la Argentina deberá cumplir el resto de la pena: le falta la mitad.
Así fue como el 12 de septiembre, acompañada por agentes del Servicio Penitenciario Federal, «Naty» abordó el vuelo de Aerolíneas Argentinas rumbo a Asunción. Al llegar a Paraguay fue puesta en custodia ante las autoridades migratorias e Interpol de ese país para que chequeen si tiene alguna deuda pendiente con la Justicia local. Si no aparece nada, la libertad es inmediata.
El titular de la Dirección Nacional de Migraciones, Horacio García, contó que “durante 2017 se efectuaron 414 expulsiones de extranjeros por ‘extrañamiento’”, una medida que requiere que el extranjero preso tenga cumplida la mitad de la condena y no posea causas abierta en el país.
“De enero a agosto de este año, se hicieron otras 300”, concluyó García. En septiembre, ya expulsaron a la «viuda negra».
Fuente: Diario Clarin